Descripción

En el fondo, hay dos problemas fundamentales que, casi sin excepción, llevan al fracaso de las iniciativas de optimización de la cadena de suministro: primero, una sed equivocada de control; segundo, la burocracia que prevalece sobre la realidad.

La forma más común de sed equivocada de control es la ambición de establecer un Gran Plan con detalles de todo lo que está por suceder para que la ejecución de la cadena de suministro se reduzca a una simple cuestión de pura orquestación. Sin embargo, el gran plan está fatalmente defectuoso cuando se trata de la incertidumbre irreducible del futuro. Las decisiones de producción, las asignaciones de inventario, los movimientos de precios establecidos en base al Gran Plan se vuelven consistentemente frágiles cuando las fuerzas del mercado terminan desviándose del plan, sin importar cuán precisos puedan ser los pronósticos subyacentes.

Cuanto más grande es la empresa, más tentador es “jugar a lo seguro” en lugar de ser real. Las fuerzas políticas en juego en una gran empresa castigan el fracaso más fuertemente de lo que recompensan el éxito. Desafortunadamente, al evitar las posibilidades de fracaso, también se eliminan las posibilidades de éxito. Si lo peor que puede suceder es muy poco, entonces en el mejor de los casos, el éxito también será inconsecuente.